miércoles, 21 de marzo de 2018

Ya no

En el Día Internacional de la Poesía, quería recordar unas letras que escribí con la intención de desahogarme, y acabaron siendo parte del primer libro que publiqué... Sean benevolentes, y ¡Que viva la poesía!


Ya no

Esbozan sonrisas
los rostros marchitos
escriben con prisas
poetas malditos.

Eligen la muerte
desprecian la vida.
Perece la suerte
el alma la esquiva.

¿Por qué ser poeta
si ya no hay color?
¿Por qué, si la meta
ya no es el amor?

La risa se pudre
del rostro marchito.
Ya no la descubre
el poeta maldito.

La muerte ya tienta,
la vida se acaba.
La suerte no alienta,
el alma se apaga.

¿Por qué ser poeta
si ya no hay color?
¿Por qué, si la meta
ya no es el amor?

Escribe, poeta,
y sufre en tus versos.
Ya no tienes meta.
Ya quiebran tus huesos.
Ya fallan las letras.
Ya no quedan besos.

lunes, 19 de marzo de 2018

Huellas

Les dejo una letras para que sigan su camino en medio del temporal... Que les guste

Huellas

Lleva sintiéndose extraño toda la semana. Se fue a la playa para encontrar su camino, limpiar su cuerpo, despejar su mente y liberar su alma. Muchas pretensiones para unos días de vacaciones.

Caminando junto al mar, con sus huellas paralelas a la orilla, hunde sus pies en la arena mojada por la marea baja. Intenta anclar sus pies al suelo en cada pisada, como afirmando cada paso para que sus pensamientos se mantengan. Sin embargo, al girar su cabeza a los pocos pasos, sus huellas ya han sido borradas por las olas. En su afán por mantener el hilo de sus pensamientos, mira de nuevo hacia delante, e intenta acomodar sus pasos a la línea de la arena húmeda.

Ojalá pudiera borrarse de sí mismo cosas con la misma facilidad que se borran sus huellas en la arena.
Pero al mirarse a sí mismo hacia atrás, ahí sus huellas sí permanecen impasibles, regodeándose en su memoria.

Esperaba al menos que la brisa del mar purificara sus pensamientos para desmembrarlos y llevárselos lejos, mar adentro, más dentro, hasta hundirlos en las profundidades. Pero hay huellas que no se borran ni en alta mar, y las tormentas más perfectas no sirven para hundir barcos que llevan toda la vida zozobrando.

Ha perseguido temporales hasta llegar al ojo de su huracán, y ha previsto su defensa con un pararrayos por mástil, para que no haya piedad en la lucha. Si tiene que ser, que le parta un rayo, pero que no se hagan prisioneros. Al menos de este naufragio no quedarán restos que contaminen el océano. Tiene toda la vida para hundirse, y toda la memoria para recordar el viaje de vuelta.

Al menos de este camino no se borrarán las huellas.