miércoles, 20 de abril de 2016

Grito en silencio

Porque a veces me apetece gritar, aunque sea en silencio...


Grito en silencio

Soy un adicto al silencio
pero con contradicciones.

Escucho música sin parar
quizá por no escuchar
mis propios pensamientos.

Grito al vacío en versos
aunque hay quien usa ese grito
como su propia voz
porque se le olvidó gritar.

Guardo silencio ante el dolor
de los terremotos de Ecuador
tierra amiga
y ante la corrupción y el hedor
de los papeles de Panamá
del patriotismo de pulserita
y evasión fiscal.

Guardo silencio ante mis propios miedos,
ante el vacío del silencio sin gritos.
Pero me retumban por dentro
el sufrimiento, la rabia
y las ganas de hacer ruido.

Descubro dentro de mí
silencios que debo a otros,
“te quiero” no dichos,
buenos deseos ocultos
y odios reprimidos.

Es lo que tiene el silencio,
que no te escuchan
ni los que ansían escucharte
ni los que sufren tus silencios
ni siquiera tú mismo.

Habrá que aclarar la garganta
y volver a gritar
aunque sea al vacío
guardado en un bote de letras.

Alza la voz, grita lo que quieras.
"Te quiero", "Te odio",
"no me mientas",
"sinvergüenzas"... 
"Te echo de menos".
Rompe el silencio, haz ruido.
Nadie grita a un completo vacío.

viernes, 8 de abril de 2016

Cuaderno en espiral


El borde del bolígrafo sigue dejándose caer por la espiral del cuaderno. Un tobogán descendiente hacia el abismo del fin del canuto. Arrancar las hojas llenas de palabras vacías, de pensamientos en letra que no sirven para recuperar ni un ápice de felicidad. O más bien arrancarlas para separar de ti esa espiral de descenso a los infiernos de la escritura, para erradicar ese horror vacui de la hoja en blanco, de los renglones vacíos, de la espera de la llegada de la inspiración.
 
Arrancando las hojas del cuaderno se mutilan las cartas de amor, los versos perdidos y los cuentos inacabados. Arranco las hojas mientras deslizo el bolígrafo por la espiral del canuto que sostiene las hojas en unión precaria, rizando el agujereado sostén del encuadernado. En los picos se desparrama el final, con trozos de cuaderno rotos, el alambre deformado, y las hojas arrugadas y arremolinadas entre suciedad y dibujos obscenos.

Faltan fuerzas para vomitar versos en el milimetrado, y sobra desgana para pasar página. Necesito de un acicate para garabatear espantajos en el papel. El cuaderno espera, y la espiral de tiempo perdido y absurdos desvaríos no compensa por las mediocres creaciones que de vez en cuando aparecen.

Tengo que salir de esa espiral. Arrancar todas las hojas del cuaderno. Los pedazos que sobren serán útiles para papel sucio, para echar cuentas, emborronar versos, o para arder en la hoguera de mi infierno. Hay que salir de esa espiral. Prefiero las palabras y los papeles sueltos. 



Imagen tomada de http://eltallerdecurra.blogspot.com.es/2010/05/carpeta-y-funda-para-libro-de-cocina.html

Basura


Me gusta sacar la basura de casa de mis amigos. Cuando hago una visita, me gusta sacar la basura, como devolviendo un favor por la invitación. A mí no me molesta, no tengo olfato, no percibo los olores, y por eso nada me huele mal. Podría decirse que soy el perfecto basurero.

Me pasa igual cuando alguien me vuelca su mierda. A falta de mejores habilidades, me gusta saber de los desperdicios de los demás. No es vanidad. No soy buen psicólogo, solo intento escuchar, y que se vuelque el contenedor. Si con escuchar e intentar airear un poco ayudo a limpiar el ambiente y la mente de alguien, me doy por bien utilizado.

No me gusta tanto estar en medio de discusiones. Ese tiempo de mierda no me gusta sacarla. Ese olor sí que me provoca náuseas, y tocar esos residuos sí me da asco. Supongo que es porque mi basura en común huele peor, y no quiero apestar a nadie con ella. Prefiero la mierda en soledad. Soy un mal basurero comunal, aunque esté lleno de mierda interior.

Pagaría dinero por no discutir. Ya me rebosa la mierda por dentro. Mi recuerdo desde que recuerdo es que las discusiones no me hacen sentir bien.

Me he vuelto un intolerante de las discusiones. Ya discuto conmigo mismo, y suelo salir perdiendo. Acabo siempre odiándome a mí mismo. Ya es bastante duro que se te acumule mierda dentro, para tener que sacarla y airearla. No quiero basura en casa, pero me cuesta mucho desprenderme de ella.

Prefiero el silencio y la soledad, a la tensión y la discusión. Supongo que nunca tendré síndrome de Diógenes, porque no me gusta acumular basura, ni horror vacui, porque no me asusta el vacío. Si a algo le tengo miedo, es a estar demasiado cómodo entre el vacío y la soledad. No se lo deseo a nadie.

A lo mejor tendría que sacar mi basura, y olvidar la mierda de los demás. Me gusta ayudar, pero quizá convendría vaciar de basura mis contenedores, antes de preocuparme por los de otros.

Supongo que hacerlo en sacos de palabras es una forma como cualquier otra, aunque más que sacarla, es al leerla cuando se airea.

Siento el olor. Gracias por sacarme la basura.