lunes, 18 de enero de 2016

Blue monday

Blue Monday

El tercer lunes de enero es considerado
como el día más deprimente del año.
La vuelta a las rutinas, al ritmo de vida
del que cada día quieres huir ha vuelto.

Atrás quedan días de supuesta ilusión,
de cambios, de buenos propósitos.
De nuevo el ciclo se inicia, hasta carnavales
semanas santas, y primaveras que hagan salir nuevos brotes.

A mí no me hace falta tener un tercer lunes
para que me duela la vida.
Ya se encarga ella misma de recordarme periódicamente
sus blues y sus mondays, aunque sea domingo en rojo.

Me duelen las disputas, los odios,
las ausencias y los escombros
de los proyectos de vida edificados y derrumbados.
La vida es lo que pasa mientras hacemos planes, dicen.

A mí me suena más a lo que pierdes mientras intentas ganar
tiempo, momentos, disfrute, o simplemente escapar
de esas rutinas, de lo cotidiano
a lo que vuelvo y de lo que huyo,
lo que echo de menos al perderlo, y de más al tenerlo
del sufrimiento reiterado y del vacío autoimpuesto.

No me encuentro las ganas de rebelarme
contra el blue monday
aún sabiendo que es una farsa.
La frialdad me envenena, el frío me aletarga.
Me cuesta abrirme al calor de otros cuerpos, y de otras almas
cuando la mía propia se pudre y me congela.
Tristes lunes, si los martes se antojan iguales.