lunes, 27 de febrero de 2017

Bendito caos

Hacía casi un año que no escribía. Bueno, más bien, que no publicaba nada aquí. A veces te puede el pudor más que la necesidad de exponerse al juicio público, aún con un público agradecido.

El caso es que he encontrado, entre el caos de papeles y letras que se esconde entre mis órdenes desordenados, unas letras que vienen a removerme sin saber muy bien de qué planeta vinieron, o de qué musa nacieron.

Así estamos. Bendito caos

Bendito caos

Ya no nos vemos tan poco como antes,
ahora nos vemos aún menos.
Seguramente yo tenga más culpa;
siempre luché poco por lo nuestro,
diría que por todo,
y supongo que tú te cansas
de ser quien siempre busque huecos
para encajarme en tu vida, por lo demás ocupada.

Mi tendencia, de natural egoísta,
me hace enfadarme
cuando no te tengo para mí solo.
Es absurdo, lo sé,
como pretender ser el único
que ve una estrella fugaz.
En vez de celoso por compartirlo,
debería sentirme afortunado por verlo.

De vez en cuando me asalta la culpa
y me surgen las ganas,
no necesariamente en ese orden.
Si eso coincide
con la confluencia de los astros,
y la alineación de planetas
apunta a mi centro,
se da el eclipse de sol
y se cruzan nuestras órbitas.
De ahí salen los más maravillosos big bangs.

La teoría del caos se apodera de mi vida.
Giran en mi cabeza horarios,
planes y descuadres,
hasta que todo el puzzle
salta por los aires
y la locura alborota insomnios,
sábanas, corazones y alma.
Maldito caos
del que nace la incertidumbre,
el remover de entrañas,
el aflorar de emociones,
y el abismos de los agujeros más negros.

Bendito caos.